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viernes, 18 de mayo de 2012


Ledo Ivo, 2008 ®Borzelli Photographya
Ledo Ivo

"Hermano mío, deja que la gotera moje tus últimos poemas.
Poco importa que mañana te reconcilies con los grandes temas líricos.
El mañana es indestructible. La lluvia te enseña
a ser invariable sin repetirse". 

La aldea de sal. Calambur Editorial, 2009.

Traducción de Guadalupe Grande y Juan Carlos Mestre.


Elegía Didáctica
 
Piensa en las muchachas muertas que entregaron a la tierra
un secreto ardientemente codiciado por los hombres,
y en los colegiales que aman con la mayor pureza a las jóvenes vecinas
que los enamorados llevan a los sitios más oscuros de la ciudad.
Piensa en los niños que jamás se bañaron en el mar, y sueñan
siempre que se ahogan,
en las prostitutas pobres que, cuando sus hombres se han ido,
corren hacia el fondo de los patios y se entregan casi desnudas
a lo inefable.
Piensa en todos los que se fueron, guiados por las estrellas,
y en los que murieron lejos de las familias que los detestaban.
Piensa en los que se entregaron a la muerte convencidos de que
ninguna lágrima
resplandecería en la fulgurante unidad de los rostros amados.
Piensa en los que jamás oyeron una declaración de amor,
y en los pobres que no conocieron los devastadores placeres
de las posesiones tardías.
Piensa en la lluvia, cayendo sobre los huertos hipotecados,
y en los frutos de las alquerías acariciados por la euforia del sol del verano.
Piensa en los caminos intransitables, cerrados a la promesa de los viajes
y en las personas que van a morir escuchando los vientos.
Inclínate ante el recuerdo de los lejanos amigos de tu adolescencia.
Acoge en el fondo de tu memoria las voces que silenciosamente
aguardaban en tu corazón
durante los años en que no te asaltó la certeza de estar cantando.
Acepta el movimiento de cólera de las palabras que se resisten
a tu ardiente llamamiento
y abre tus ojos un domingo
que reúna la esperanza de todos los días.

Piensa en las hogueras de tu niñez que vuelven a arder cada año
en tu memoria
y en aquellos que no regresaron y murieron misteriosamente
cuando se disponían a retornar.
Piensa en los que van a nacer, inclinados hacia el fin de tu noche,
y en los hombres que soñaron poseer la serenidad matinal
de los árboles
y pasaron largas tardes caminando junto al océano.
Piensa en los cielos que se abren diariamente a los aviones
y en las mujeres extranjeras que viste cierta noche y a veces
aparecen en tus sueños.
Piensa en los adolescentes incomprendidos por los padres
que aguardan inútilmente que una mujer los llame,
y en los libros jamás hojeados, y en las lámparas no encendidas.
Piensa en las ventanas de interior, cuyo mayor deseo es abrirse
ante el mar,
y en la mirada de los niños abandonados al amanecer en el torno
de los hospicios.
Piensa en las parturientas muertas sobre las mesas de los hospitales,
lejos de los maridos que no las amaban y desearon en secreto
su desaparición.
Piensa en los canes repelentes conducidos a las perreras
y en los artistas populares, violentamente transfigurados
por la inspiración
de una samba que millones de bocas cantarán durante el carnaval.
Después piensa en los versos que aparecen en tus sueños
y que van a reunirse con las nubes tan pronto despunta la aurora.
Piensa en las lavanderas, cantando al sol de los oteros,
y en los cuadros de los museos no visitados jamás.
Piensa en las bocas que nunca conocieron la voluptuosidad
salvaje de otras bocas
y fueron envejeciendo como frutos intactos.
Piensa en los corazones que en cierto momento se sintieron
atravesados por la luz del cielo
y pasaron el resto de sus días en la irreparable oscuridad.
Piensa en los desaparecidos, cuyos conmovedores retratos
aparecen en la última edición de los vespertinos
y en los suicidas que no dejaron cartas por falta de papel y lápiz.
Piensa en las ciudades que amanecen sombrías ante la mirada
de los viajeros sedientos de claridad,
y en las calles por donde nadie pasa durante la madrugada.
Piensa en los túneles, oscuros caminos abiertos hacia el Otro Lado,
y en las escaleras que nunca llevaron a nadie hacia la gloria y el dominio.
Piensa en las repugnantes camas de las pensiones dudosas,
y en los ancianos que esperan siempre ese sueño llamado muerte.
Piensa en los relojes que no marcan el día resplandeciente,
y en las alimañas muertas de sed, abandonadas en lo oscuro
por la propia naturaleza.
Piensa en los niños que no conocen los esquivos regalos
del final de diciembre,
y en los objetos olvidados en la arena de las playas
durante las excursiones.
Piensa en los personajes de novela que siguieron el incierto
destino de sus creadores,
y en las lunas cuyo brillo desmorona la serenidad de los adolescentes.
Piensa en las puertas que nunca se abrieron para recibir
a un huésped,
y en los riachuelos sucios que desearían ser el abrigo azul
de los veleros y los yates.
Piensa en las manos que siempre rechazaron limosnas,
y en las jovencitas que los enamorados pervierten sin ninguna piedad.
Después piensa en la hiedra que se abraza con su sofocante
caricia a las casas antiguas,
y en las los niños de los tiempos pasados que nada sabían del Mañana.
Piensa en las grandes mareas que esperan entre las rocas el grito
mudo de las madrugadas,
y en los ojos ciegos que sorben el agua clara de la música
de los organillos.
Piensa en los muertos, sobre todo en los soldados desconocidos
que se quedaron en cementerios ilocalizables,
y piensa en los vivos que ignoran los cementerios donde
reposarán un día.

Oh, piensa en todo, en los horizontes tranquilos de tus días
de entonces, en el escalofrío que te recorre al caer la noche
en latitudes extranjeras.
Piensa en tu infancia transformada en fábula, vientos y frutales
estallando al sol
y en los senos de las mujeres que fueron envejeciendo
sin darse cuenta,
y piensa también en las formas de esas mujeres, destruidas
implacablemente sin que tu mirada las solicite.
Piensa en tus padres, que confiaron en ti cuando sólo
eras silencio
y jamás te imaginaron entregado al vuelo de un verso.
Piensa en tus hermanos, en tu casa los domingos,
y en el patio de los colegios donde despertaste hacia los
deseos irrealizables.
Piensa en cuántas veces paseaste tu soledad por los campos
y miraste hacia atrás con la esperanza de que una mujer
te siguiese.
Piensa en las muchachas inaccesibles de tu antigua calle,
y en los gritos que oíste llegar desde gargantas desconocidas,
y en las voces que eran claras aun cuando había tormentas.

Piensa en todo y en todos, sin temer que te asalte el miedo
que proviene de la vastedad del pasado.
Piensa en todo y en todos, y cuando los recuerdos se hayan ido
volando como los pájaros y las hojas, la arena y las voces,
lleno de confianza en la vida y el mundo,
sintiéndome unido a todos los hombres y todas las cosas,
inclínate sobre el cuerpo de la mujer que amas
o despierta a la alegría triunfal de un solo verso.


Himno de la imaginaria ventana abierta

No celebraré sólo la casa en que nací
ni el arroyo que además no existió durante mi niñez.
No quiero ser el poeta menor de la infancia y las inexistentes
alegrías perdidas,
ni quiero llorar los primeros amores, que sólo fueron los mejores
porque yo no tenía ninguna experiencia en amar.
Celebraré entonces la imaginaria ventana abierta
a la que ella se asomaba para decirme adiós cuando
yo pasaba,
celebraré los campos que no vi pero que estaban cubiertos
por el rocío en el momento en que los imaginé,
celebraré la vida que antes de mí se abre, las ciudades de cemento
armado y calles claras que la noche cubre con su misterio
dulcemente medieval.
Celebraré a los hombres que trabajan, sueñan y se desesperan,
y caminan torpemente hacia una muerte anónima y hacia
el domingo,
todo lo celebraré, pero sólo como quien necesita de la soledad
para comunicarse con la vida,
celebraré los ríos, los océanos, las estrellas que en realidad
existen, las bahías, los estrechos, las tempestades,
las noches en que la lluvia cae sobre la vejez de la tierra,
celebraré los momentos en que me detengo frente a las cosas
sin sentir temor,
celebraré la alegría y la tristeza, la desolación de las almas,
celebraré el esplendor de la poesía sin ninguna aflicción
romántica ardiendo en el corazón, y si ese dolor
surgiera lo escupiré y me sentiré fuerte y joven,
celebraré las olas, princesas de plata desnudas en el océano,
lo celebraré todo sin orden ni concierto, para que todo sea
un único instante tembloroso,
celebraré el mar, los viajes, el momento en que otro hombre
distinto a mí, y que me ignora, siento lo que yo siento
sin sentirme dentro de él.
Si viniera un mundo nuevo, no lo llaméis aurora. La aurora
nace todos los días. Llamadlo mundo nuevo, y que sea
realmente nuevo.
Yo continuaré celebrando todo esto que es el aire que respiro,
el paseo en barca con mi amiga, rumbo a una isla que
tan sólo es una isla hecha de tierra y playa, sin ningún
abrigo pero con alguna tranquilidad.
Celebraré, lo celebraré todo, pero dadme la libertad de cantar
sin imponerme el nombre de las ciudades y de los ríos,
sin sugerirme los temas.
Oh, solamente soy un poeta que no quiere alabar los asuntos
de la decrepitud sino el tiempo en que existían rosas
esperando el fulgor de los ojos.
Celebraré los pájaros en el aire, los peces en el mar, la materia
de mi tiempo y las otras sustancias, aquellas que
guardo en mí y son palabras abriéndose, campanas
tocando en un amanecer de palabras.
Y volveré a celebrar la imaginaria ventana abierta que la
ausencia de mi amada hizo visible la noche en que no
pudo decirme adiós,
y después moriré, pero no me améis en exceso,
ni me despreciéis demasiado, sin embargo, guardad mi nombre
y buscadme en los versos exactamente tal como soy: mezclado
entre los otros, rebelde, inconsecuente, confuso y lírico.
No me preguntéis nunca por la casa de la infancia ni por el amor
De juventud.
¡Oh!, no me preguntéis nada, escuchadme si queréis, y observad
la imaginaria ventana abierta.
No existe. ¡Mirad lo que no existe. Creadlo y seréis poetas!



Cavalo Morto

En Cavalo Morto las muchachas acostumbran a salir de paseo
con los soldados. Y luego a quererse. Sucede entonces algo inverosímil:
después de hacer el amor, bordan en las nubes, con un alfabeto azul y blanco,
el nombre de los enamorados: José, Antonio, Joao.

Las muchachas vuelven más jóvenes de esos amores
entre la maleza. Regresan intrépidas, excitadas por el filtro de la luna.
Y para ellas no hay exigencias, cobardías, acontecimientos.
Sólo existen los soldados del batallón.

En agosto, enero, igual en septiembre, las muchachas aman
en Cavalo Morto. Pasan abrazadas a sus enamorados y dejan
en la arena del camino como un rastro de espuma o velo. Los
soldados no saben hacer sonetos, ¡pero cómo aman!

De noche, Cavalo Morto nunca está despoblado. Y si pasas
un día por ahí y oyes voces, risas y gemidos de amor, no te asustes
por miedo a los fantasmas. Son las muchachas amándose
con los soldados de Cavalo Morto.



Vals fúnebre de Hermengarda

Aquí estoy, junto a tu sepultura, Hermengarda,
para llorar tu pobre y pura carne que ninguno de nosotros vio
pudrirse.
Otros vendrán lúcidos y enlutados,
pero yo vengo bebido. Hermengarda, yo vengo borracho.
Y si mañana encontráramos la cruz de tu fosa tirada en el suelo,
no fue la noche, Hermengarda, ni tampoco fue el viento.
Fui yo.

Quise amparar mi embriaguez bajo tu cruz
y rodé hacia la tierra donde reposas
triste, aunque cubierta de flores.

Aquí estoy, junto a tu tumba, Hermengarda,
para llorar nuestro amor de siempre.
No es la noche, Hermengarda, no es el  viento.
Soy yo.



La lluvia sobre la ciudad

Llueve sobre la ciudad
y la lluvia inunda el asfalto, difunde el desastre y el desencuentro
e intenta abatir las palmeras que desde el fin de la tarde
sólo deseaban, gracia plena, las estrellas.

Los truenos retumban espantando a los pájaros
que vinieron a refugiarse en mi cuarto.
Los relámpagos, fotógrafos de lo absoluto, iluminan a la gente que pasa.
Son otros rostros, hermana mía, son las caras
contrariadas porque las divinidades impidieron los idilios,
la llegada puntual a una casa, nuestra alianza postergada
de antemano con lo inefable.

Los desagües reciben finalmente a la Poesía. ¡Cuán bellos
y nítidos son los barcos de papel
que navegan buscando los inaccesibles, los fantásticos reinos!

La lluvia tiene una canción. Jamás una elegía
saludará su gentileza. Jamás una oda,
un himeneo, un lamento de égloga.

Hermano mío, deja que la gotera moje tus últimos poemas.
Poco importa que mañana te reconcilies con los grandes temas líricos.
El mañana es indestructible. La lluvia te enseña
a ser invariable sin repetirse.



La visita del leñador

Abres la puerta y entras.
Traes el frío del mundo
las hojas caídas sobre el suelo
el fango y el estiércol mezclados
al fondo de la tarde oscura.
Traes el olor de las maderas
mojadas por las constantes lluvias
y el silencio de las colmenas abandonadas
por las abejas que emigran.
Y el frío que traes caldea la cocina
como si fuese una hoguera.




En la playa de los cachorros

Si Dios no existe es porque Dios existe,
escondido en sí mismo, como la lluvia torrencial
que amenaza con abatirse sobre la selva
donde animales y hombres tienen el mismo destino
que la madera arrastrada por la corriente.
Y Dios existe y no existe. En el cielo de Manaus
las nubes son nómadas como los sueños.
¡Tribus de agua, rebaños de aire! Festivas, musicales,
fondean las barcas en la playa de los Cachorros.
Y Dios es lo que pasa, el pez astuto
que surge y emerge en el agua oscura del río.    



viernes, 20 de enero de 2012

Solamente el cielo

Marvin García. Foto por: Henning Sac


Según cuenta la leyenda, este libro se escribió a lo largo de un extenso viaje que el autor hizo a través del cielo centroamericano. Lo cierto es que después de haberlo leído, el cielo ya nunca más fue esa palabra, pues se transformó por la magia de quien lo había escrito.

Publicado por Vueltegato Editores en 2011, este poemario es un lugar de comunión para la tristeza, el amor, la pérdida y la esperanza. También es un sitio de descanso para aquellos que desean reclinar la cabeza y dejarse al olvido. 

Cada poema de Solamente el cielo deja la sensación de ser una última balada y el reloj va marcando ya las siete de la noche. Disfruten lentamente y procuren -al llegar la hora de la despedida- guardar (como un recuerdo) la sonrisa y el sosiego.

Marvin García (Guatemala 1982), Director del Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango.


Retrato 1
Cuando las aves se reúnen a ver el cielo en un balcón
Yo me refiero al cielo
como una manifestación cósmica que nos reúne
y nos convierte en objetos valiosos
Yo me refiero al cielo
 como una habitación llena de luz, como una caricia,
como un corazón con miedo,
como una eternidad pasajera
Yo me refiero al cielo
como un paraíso de color violeta, azul, naranja
o en el más extraño color visto desde el más triste país
Por eso,
Cuando las aves se posan en un balcón a mitad de la madrugada,
a mitad de una ciudad vacía,
el cielo entero cabe en ellos.



 Retrato 12
El cielo se imagina
(A propósito de las historias que soñamos)
Vamos a imaginar que nada de esto ocurrió
que la memoria es el cielo estrellado
de una  noche fría
Vamos a imaginar que la muerte no existe
y que no vas a partir
Vamos a imaginar que somos otros,
que ciudad de Guatemala , Managua o San José
pueden ser lugares dulces y esperanzadores
Vamos a imaginar que somos dos seres con el mismo corazón
Vamos a imaginar que mañana
nos tocará vivir las historias que inventamos
y que nuestra vida al final tendrá remedio
Sin notarlo,
estaremos tomados de la mano
mientras el amanecer nos abraza.



Retrato 5
El cielo se estremece cuando lo observas
Caminar es elevar una oración,
perderse entre la gente,
esperar a que el semáforo de luz verde
Siempre que te recuerdo
pienso en el cielo anaranjado de Guatemala a media noche
Del oscuro universo,
del paso del tiempo, de tu espalda
Del árbol que plantaste en mi pecho
Lo malo de la vida es que nada se repite.



Retrato 7
Los poetas viajan de vez en cuando al cielo
(A un poeta ausente)
Dicen que los grandes mueren a los 27 años:
Janis Joplin, Jimi Hendrix y mi vecino
Cuando digo esto,
dos pajaritos se asoman a mi ventana y me observan
Quizá ellos sepan la verdad sobre la vida
Quizá ellos tengan su nido en las estrellas
Puede que ellos comprendan el significado de la palabra muerte
En unos años los hombres aprenderemos a no olvidar,
en unos años el mundo será otro
Los pajaritos se han marchado
La ventana y yo entendemos lo que es la ausencia.



Retrato 10
Cuando los gatos maúllan desesperados invocan al cielo y a la eternidad
Volveremos al mismo bar
donde la ciudad es como una niña abandonada
Para que sintamos el frío en nuestras manos,
para que imaginemos
que el tren que pasa tantas veces
es el mismo en el que tendremos que escapar
Para que recuerdes que el tiempo puede ser una señal exacta
y que un árbol,  a medio boulevard, puede ser una obra de arte
Volveremos al mismo bar
y sentiremos la misma ansiedad que sienten
los gatos cuando ven al cielo
Vamos a pensar que todo fue un sueño, una historia, unas horas en nosotros
Te voy a dar nuevamente dos aves
para que te hablen al oído
Nos daremos el más largo de los abrazos
Me hablarás de cuando eras niña,
de tu forma de salir corriendo,
del miedo que le tienes a las ratas
Encenderemos el mismo cigarro
y el humo que escapará de nuestros pechos
nos tratará con dulzura
Saldremos a la calle tomados de la mano
Esperaremos que el reloj deje de marcar nuestra hora
y te pediré nuevamente que no me dejes,
que te quedes conmigo,
que me ames como amas tus zapatos rojos.



Retrato 24
El cielo que contemplamos
Son las siete de la noche, es la hora
cerremos los ojos y pensemos nuevamente
que los niños que viajarán a otras galaxias somos nosotros
Nuestros corazones serán dos piedras brillantes
Al fin nos tocará sonreír
Vamos a creer en la vida y en la esperanza de estar juntos
Tú tendrás zapatos rojos y yo una enorme antorcha en el pecho
Vamos a tener una ballena tan pequeña que la esconderemos en tus  manos
Recorreremos los lugares más inhóspitos,
nos tomaremos de las manos
y contemplaremos el cielo
La vida no pasará tan rápido como piensas
Todo minuto será una eternidad, una eternidad nuestra,
un detalle que guardarás en ti
Nadie nos robará la sensación
de que todo nos pertenece
Mañana, esperaremos a que den las siete,
para que papá abra de nuevo el libro 

e inicie la historia nuevamente.