Toda cultura tiene sus héroes, sus villanos, sus reglas y sus transgresiones.
Raúl Trejo Delarbre
No creo en comparaciones hiperbólicas como que los hackers al igual que los grupos armados rebeldes tienen los mismos patrones de comportamiento, en cuanto a que tanto uno como otro no vacila al momento de adjudicarse alguna acción considerada por algunos como ilegales, subversivas o delincuenciales, y por otros, hazañas de antología, dignas de inmortalizar en las páginas de la historia.
El neologismo hacker designa a una persona que le apasiona el conocimiento, descubrir o aprender nuevas cosas y entender el funcionamiento de éstas. Es un experto en varias o alguna rama técnica relacionada con la informática. Hacker viene del verbo en inglés “hack”, utilizado en sectores de las tecnologías para denominar las pequeñas modificaciones que se le pueden hacer a un programa o máquina para mejorar o alterar su funcionamiento.
Pero como todo a través de la historia se desvirtúa, el término hacker se distorsionó, o lo distorsionaron -mejor dicho-, y de ésto se encargó en cuerpo y alma hace ya más de 10 años, la media de comunicación estadounidense.
Un caso legal emblemático, fue la demanda a Pirate Bay (sitio de internet en el que se puede descargar gratis música, películas, hardware, etc), por parte de un bufete jurídico que representó a empresas del entretenimiento; este juicio finalizó con el fallo de la Corte en contra de los hackers.
Lo anterior, sólo dio pie para que las desacreditaciones en perjuicio de los hackers arreciaran, y es que las cuantiosas pérdidas económicas presentadas por la gran industria, la cual estaba cansada de que “bajaran” de forma gratuita su arduo trabajo, hizo que las mismas optaran no sólo por difamarlos, sino que los demandaron en mediatizados juicios, publicaciones y propagandas negativas; así, el hacker pasó de un ser iluminado en cuestiones cibernéticas a un delincuente, criminal, perverso y destructivo.
Actualmente, se sabe que un hacker no es como lo pintaban años atrás, pues para designar a una persona que se dedica a hacer lo mismo que ellos, pero con fines de beneficio personal o para hacer daño, apareció el término cracker, que es todo lo contrario al hacker, en cuanto a buenas o malas prácticas se refiere.
Y es que a raíz de la famosa y controvertida carta en contra del clero, supuestamente “sustraída” por presuntos hackers de la dirección IP de la primera dama, y además, al ver los comentarios de lectores de esta noticia, no pude pasar desapercibido algunas peyorativas tildes hacia estos genios del cyber espacio, tales como: “esos cuatro pandilleros virtuales”, o incluso, hubo quienes los llamaron terroristas y demás; pero como de todo hay en este mundo, también encontré otros comentarios que argumentaban en pro de la labor del “hack” expresando: “ (…) no creen que esta gente (los hackers) tiene mejores cosas que hacer como crackear programas, bootear o crear spams??? No tienen necesidad de desprestigiar al gobierno Daniel hace ese trabajo solo. Él solo desprestigia al país, no necesita a los hackers”.
Como sea, me parece que lo importante en todo ésto, es que algunas personas que se atrevieron a denigrar, deberían primero ilustrarse antes de verter comentarios o hacer señalamientos. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, y como lo justo es dar a cada quien lo suyo, no se debe tachar de delincuente a quien no se lo merece. Un hacker no es un bandolero cibernético.
Quizás, la pregunta del millón sería ¿le parece que está bien o mal que hayan sustraído el documento en mención para hacerlo del conocimiento de los demás? A mi parecer, después de todo, tenemos derecho a la información, a conocer qué es lo sucede en nuestro país, la información pública no tiene, ni debe ser más un secreto de Estado, la figura de Presidente y demás funcionarios, es pública, y lo que hagan debe ser conocido y no restringido.
Pero bien, esta pregunta que hago y la cual creo estará necesariamente ligada a una respuesta subjetiva, que dependerá de los principios morales, religiosos, políticos, espirituales y cibernéticos de quien responda, se las dejo a cada conciencia; sólo recuerden que ante todo, para contestarla, deberán también tomarse un tiempo para responder con algún grado de conocimiento e información, sin sentimientos, resentimientos, ni intereses que la corrompan.
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